La última novela de John Grisham.-

Tal vez el título induce a confusión, ya que, “El caso Fitzgerald” no es la última novela de John Grisham que ha publicado, pero si la última que he leído desde que, a principios de los 90, en plena adolescencia, mientras estudiaba en el Instituto, mis padres, suscriptores del Circulo de Lectores, me dieron la oportunidad de elegir un libro de lectura al mes.

Mensualmente nos dejaban una revista en casa con el catálogo de novedades literarias. Todavía recuerdo el placer de hojear la revista, leer la sinopsis de la sección de suspense, y tener la suerte de elegir una novela.

John Grisham me enganchó desde el principio. La primera novela que leí, lo recuerdo bien, fue “El informe Pelícano”, y tras ella investigué la trayectoria del escritor, sucediéndole en la lectura, como no podía ser de otra manera “La Tapadera”.

En aquel momento ya tenía claro que quería ser abogada, y los libros de derecho se alternaban en mi estantería con las novelas de Grisham.

En su trayectoria me he ido dando cuenta que no siempre escribe al mismo nivel. Sus primeras novelas me engancharon mucho más que las últimas que iba leyendo y empecé a leer a otros autores de suspense judicial. Imagino que, la presión editorial afecta a todos.

Pese a ello, he ido comprando cada nueva novela que ha publicado, esperando volver a encontrar esa adicción que me generaba su lectura en mi adolescencia. 

Y, entonces publicó “El Caso Fitzgerald”. Por supuesto, la compré. En papel, como todas sus novelas. Porque, a pesar de que me considero más digital que analógica, el placer de la lectura lo encuentro en el olor a nuevo de los libros; en poder pasar las páginas con ese toque medio áspero, y,  por supuesto, en tapa dura. Porque me gusta ver mi pequeña colección de Grisham con esa homogeneidad en mi librería. Clásica que es una, para ciertas cosas.

Por supuesto, la compré. En papel, como todas sus novelas. Porque, a pesar de que me considero más digital que analógica, el placer de la lectura lo encuentro en el olor a nuevo de los libros; en poder pasar las páginas con ese toque medio áspero, y,  por supuesto, en tapa dura. Porque me gusta ver mi pequeña colección de Grisham con esa homogeneidad en mi librería. Clásica que es una, para ciertas cosas.

¿Qué tiene “El Caso Fizgerald” que no tengan otras novelas de Grisham? Pues todo. Es una novela muy diferente a las que nos tiene acostumbrados. Da un giro inesperado al mundo jurídico y aborda el mundo del escritor. 

Porque no es oro todo lo que reluce, y la musa no siempre acompaña a quienes viven del arte de la escritura. Por eso, su protagonista, Mercer Mann, una escritora frustrada y endeudada recibe el encargo de escribir en una paradisíaca y tranquila ciudad, a cambio de descubrir a la organización que ha robado los cinco manuscritos originales de Francis Scott Fitzgerald de la universidad de Princeton. 

No podía faltar el suspense y las tramas (esta vez no son jurídicas) a las que nos tiene acostumbrados Grisham, pero esta vez aborda algo más que la hace atractiva para quienes nos gusta escribir: lo que hay detrás de la aparente vida idílica de los escritores.

Nos da consejos para escribir una novela, para relacionarse con los libreros, y, por supuesto con otros escritores. La relación entre el mundillo no siempre es lo que parece, y algunas ideas de las que nos da la novela son muy recomendables.

Grisham vuelve a ser adictivo, como siempre, aunque en este caso, de un giro radical al contenido al que nos tiene acostumbrados.

¿Cuál es mi siguiente lectura? «La Gran Estafa«, en la que mi autor favorito vuelve al thriller jurídico.

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