«Un político sin escrúpulos, el presidente de una asociación que se creía con el poder y un empresario que utilizando testaferros se habían prestado a todo este juego. Si a ello añadía unas compañías de seguros que habían adelantado el dinero a un elevado interés, y a un abogado corrupto, el cóctel era explosivo. El problema es que el abogado era él. ¿Y qué decir del sindicato?»
Así empieza la reseña que Crónica Jurídica ha realizado de «Vanitas Vanitatum»
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